Un gobierno hipotecado, una crisis de largo alcance
Cristina Kirchner ha logrado con su discurso arrogante y provocador lo que solamente De la Rua había conseguido antes de ella: suscitar una rebelión popular.
La presidente ataca el paro de los grandes pulpos y pequeños y medianos productores agropecuarios desde la ‘caja’ de De Vido, los fondos de Santa Cruz, la reprivatización de YPF y la creciente entrega del petróleo, los sobreprecios de Skanska, la 4x4 que Varizat tiró contra los docentes de su provincia, el pago de la deuda externa con la plata del Anses, una inflación imparable, los techos salariales y, por último, desde las patotas de la burocracia que ella ungió como sus aliadas, que van al ataque de los trabajadores que luchan, o desde los piquetruchos como D’Elía, que encubren las fechorías del oficialismo.
El paro agropecuario expresa el agotamiento definitivo de la política de devaluación monetaria y de intervencionismo arbitrario del gobierno en beneficio de la ‘burguesía nacional’ adicta.
Estamos ante una lucha por el reparto de la renta económica entre diversos sectores capitalistas, cuyas consecuencias las paga el pueblo con carestía y superexplotación.
La Federación Agraria Argentina e incluso muchos chacareros autoconvocados han desvirtuado el carácter independiente de su lucha al aliarse a la Sociedad Rural y a los pulpos agrofinancieros, que serán los mayores beneficiarios de la reivindicación de suspender los aumentos de las retenciones a las exportaciones.
Los pulpos y los terratenientes tienen valuaciones fiscales irrisorias con la complicidad de los Kirchner, los Scioli, los Schiaretti o los Binner.
Estos grandes pulpos son los que sustentan, en América Latina, la ofensiva de Bush contra los procesos populares o de liberación nacional.
El componente popular de los cortes de ruta agrarios está desvirtuado por la dirección política y los reclamos del movimiento, que son los de la gran propiedad capitalista agraria.
El Partido Obrero quiere destacar el derrumbe completo de la política económica oficial, que es también una expresión de la crisis capitalista mundial.
La salida a este derrumbe no pasa por tomar partido por cuál sector capitalista se queda con el fruto del trabajo de la clase obrera y de los productores independientes.
Pasa por impulsar la nacionalización de la gran propiedad agraria y su arrendamiento a los chacareros necesitados de tierra y al servicio del poblamiento agrario, o de los obreros del campo.
Pasa por la nacionalización del comercio exterior y por sobre todo de los puertos privados (por donde los grandes pulpos contrabandean la exportación sin pagar retenciones), bajo control de productores y obreros, para asegurar que los beneficios de la producción sirvan a la industrialización agraria y a superar las grandes carencias sociales.
Ante la crisis abierta llamamos a los trabajadores a no permitir que la burocracia siga manejando las paritarias y a intervenir en ellas para imponer un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar y el fin de la flexibilización laboral.
Se ha abierto una crisis de largo alcance, económica pero por sobre todo política. El nacionalismo burgués concluye en un fracaso. El gobierno matrimonial está definitivamente hipotecado. Impulsemos una alternativa obrera y socialista.
miércoles, 26 de marzo de 2008
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